Existen diversas razones por las cuales el vino puede estropearse, mayormente por la forma en que se ha guardado. También puede estar previamente en mal estado por defectos existentes desde su elaboración.
Cuando se evalúa un vino es imprescindible considerar sus características específicas (edad, variedad, longevidad). Hemos hablado en otra entrada del blog de que no todos los vinos son aptos para larga crianza o mejoran con la edad (la mayoría no lo son), por tanto esto debe considerarse, ya que si se deja envejecer más allá del tiempo recomendable existe la posibilidad de que en un punto resulte imbebible porque se haya dañado.
Igualmente importantes son las condiciones en las que se ha guardado el vino. Deberían ser signos de alarma si ha estado expuesto a la luz, si se ha mantenido en una posición no adecuada para su tipo, en un lugar caliente o con grandes cambios de temperatura y humedad.
Generalmente encontraremos más de un problema en un vino en mal estado, no será solo el olor o solo el color o solo la forma lo que diga que el vino está mal, sino una combinación de varios elementos negativos.
Algunos detalles que ayudan a identificar si el vino se ha estropeado son los siguientes:
Sin abrir la botella:
1. Observar el nivel de vino en el cuello de la botella:
Cuando pasan los años la tendencia del nivel de vino en el cuello de la botella es a bajar, pero cuando existe mucho espacio en el cuello de la botella aumenta la probabilidad de que haya pasado demasiado aire y el vino se haya empezado a oxidar. Si se trata de un vino joven es un mal indicio; si es un vino de gran calidad y envejecido pudiera encontrarse en buen estado, por lo que con oler y probar el vino terminarás de comprobarlo.
2. Observar el tapón de la botella
Si el corcho sobresale puede ser que el vino haya sido expuesto a una fuente de calor y es probable que esté en mal estado. Si estás en una tienda escoge otro vino, si estás en casa oler el vino y probarlo sería aconsejable para comprobar.
3. Observar el color del vino a través de la botella
No en todas las botellas se consigue pero si se ve el color del vino a través de la botella y se nota que ha cambiado a uno que no es normal para el tipo de vino del que se trate, es muy probable que no esté bien. Por ejemplo el vino blanco tiende a adquirir una tonalidad marrón cuando ha estado expuesto al oxígeno y el tinto pierde el color brillante también para tender al marrón.
Indicios al abrir la botella:
Lo que hemos visto anteriormente son indicios pero abrir y experimentar el vino le dará la prueba definitiva de su estado. Algunos elementos a tener en cuenta son:
1. El color y la forma del vino:
Si el vino está turbio y deja restos o una película pegada en la botella como si tuviera tierra cuando lo sirves, debes analizar el tipo de vino del que se trate y su forma de elaboración, pues la mayoría de los vinos no deberían tener estas características.
Si tiene burbujas pero no debería (si no es un espumoso o un frizzante), es señal de que algún tipo de fermentación está ocurriendo en la botella. (puede tener pequeñas burbujas pero no debería ser espumoso).
Si tiene un tono marrón opaco siendo un vino joven. Cuando el vino se almacena en lugares cálidos como en áticos, en el maletero del automóvil o cerca de la estufa tiende a este color. También cuando se oxida después de abierto, por estar expuesto al oxígeno durante mucho tiempo.
Se debe considerar que también algunos vinos envejecidos pueden tener un color que tiende al marrón, por lo cual en algunos casos puede ser normal. En general vinos con gran estructura y que consiguen soportar largos periodos de crianza pueden llegar a tener un color con tendencia al granate, al rojo anaranjado, al ladrillo, en esos casos puede indicar un estado maduro y evolutivo del vino.
Ten en cuenta que incluso en vinos envejecidos si el color te parece que no corresponde y se hace acompañar de otros signos negativos puede indicar un fuerte estado oxidativo u otra alteración del vino debido a la edad.
2. El olor:
Si huele a quitaesmalte, vinagre o diluyente de pintura. Estos aromas provienen de reacciones químicas de la exposición del vino al calor y al oxígeno. Una señal de que las bacterias que producen ácido acético y acetaldehído han estado trabajando en su vino.
El vino cocido puede tener un olor a caramelo, como jerez (no siendo un jerez). No obstante es un olor que muchos vinos pueden tener y no indicar absolutamente ningún defecto, por tanto solo este elemento no nos deja claro si el vino está en mal estado, deberíamos evaluar otros.
Si huele a fruta pasada (manzana podrida). El vino puede recordar frutas con su aroma, pero en buen estado, ya que de lo contrario puede ser signo de oxidación.
Si huele a perro mojado o a cartón mojado.
Tiene aroma a animal, a cuadra, a almizcle.
Si huele a corcho. Este olor lo producen componentes volátiles que encontramos en el corcho y en las maderas usadas en la bodega que son susceptibles de albergar un gran número de microorganismos como hongos, levaduras y bacterias y pueden alterar desagradablemente el olor del vino. De los compuestos resultantes uno de los más conocido es el TCA.
Si huele a azufre (fósforos).
3. El sabor:
La clásica expresión de “este vino sabe a vinagre“ se ajusta mucho a lo que se siente cuando se prueba un vino picado o en mal estado. En boca suele sentirse una sensación picante, ácida acre y no integrada.
Si en boca le recuerda sensaciones como si mordiera un “corcho” o un “cartón mojado“.
Sabe a azufre.
Comments